SGAE, el tinglado del PSOE (II).
El tinglado familiar del nuevo dueño de la SGAE (I).
Sólo un organismo como la ONU es capaz de promover iniciativas tan huecas como la Alianza de Civilizaciones, cuando no sabemos cuantas hay y ni siquiera podemos definir con claridad que es una civilización. Traer a colación a la Alianza de Civilizaciones viene a cuento ya que la Fundación Politeia (ver infografía de la entrada I) tiene como fin "contribuir al fomento y desarrollo de las actividades culturales y artísticas. En particular, la Fundación cumplirá la finalidad arriba expresada mediante la organización de ciclos de conferencias sobre la Historia de las Civilizaciones”.
Otra de esas iniciativas etéreas de la ONU es el Pacto Mundial (Global Compact) que es “una iniciativa internacional propuesta por las Naciones Unidas con el objetivo de fomentar la ciudadanía corporativa. Naciones Unidas tiene como objetivo involucrar a las empresas en la gestión de algunos de los principales retos sociales y medio ambientales, consecuencia de la creciente globalización“. La archiconocida palabrería vana ecosocialista para escamotear fondos y aparcar viejos dinosaurios de la política que ya estorban en sus países de origen.
Un organismo de la ONU debería ser internacional; pero, curiosamente, a pesar de su nombre inglés, todos los gestores y empresas adheridas a Global Compact son españoles; otra zapaterada.
¿Qué tiene que ver Global Compact con la SGAE?. En la junta directiva encontramos un nombre ya conocido, Guillermo Adams, fundador de Nearco y otros nombres sorprendentes como Victoria Montero de CCOO, Susana de las Heras Gozalo del Instituto de Crédito Oficial (ICO), Amadeo Petibó de la Fundación Rafael del Pino, Isabel Roser de la Fundación Carolina y Joaquín Garralda, del Instituto de Empresa.
Otra de las firmas adheridas a Global Compact es el despacho de abogados Llorente & Cuenca al que pertenece Joan Navarro i Badia cuyos vínculos con la SGAE son más que evidentes. Joan Navarro, junto con José Enrique Serrano, fue el impulsor del nombramiento de González-Sinde cómo ministra de cultura.
Bajo los nombres aparecen los cargos. |
Con la Ley Sinde se pretendía incrementar los ingresos de la SGAE para poder desviar fondos hacia el PSOE, sin perjuicio de los socios. Para conseguirlo había que colocar al frente del Ministerio de Cultura a alguien relacionado con el mundillo pero sin conocimientos administrativos ni experiencia política que le permitieran fiscalizar la gestión. Creo que González-Sinde tenía muy poco o nulo conocimiento de la operación antes de que Rubalcaba decidiera azuzar los perros contra la SGAE y hacerse con el control.
Tampoco fueron ajenos a la conjura Pedro Farré López, Agapito Pageo Ruzafa y Antoni Llorens i Badia que se gestó, según altos cargos del PSOE, sin el conocimiento de Zapatero. Más difícil es creer que Rubalcaba no estaba al tanto dadas sus estrechas relaciones con José Enrique Serrano.
En la próxima entrada más sociedades pantalla, Enrique Cerezo Torres, “presuntos” delitos y cosas raras en la contabilidad…, pensaba hace un momento; pero este asunto ya me aburre. FIN.
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