La actual controversia sobe el #panga muestra, sin ninguna
duda, la torticería recaudatoria de los mal llamados Estados del Bienestar.
Si usted pretendiera montar una piscifactoría en cualquier
río español le costaría varios millones de euros. Entre informes
medioambientales, sanitarios, licencias, permisos estatales, autonómicos y
municipales se le iría más de un millón y, si salvara todos esos obstáculos,
tendría que construir su explotación con materiales biológicamente
certificados, carísimos por que han tenido que pasar por el mismo proceso rapiñador.
Pongamos otros cuatro millones de euros.
Si resulta que el panga del Mekong, el noveno río más
contaminado del mundo, “no presenta ningún problema sanitario” llegaremos a la
conclusión de que todos esos estudios, materiales y permisos son un gasto
inútil; pero no para el Estado, que se ha embolsado un par de millones de
euros, que era de lo que se trataba.
Supongamos que ya ha pasado los trámites y tiene su
explotación lista para funcionar; no podrá producir panga. Amortizar cinco
millones de euros con un pescado que va a poder vender a menos de un euro el
kilogramo son 5.000 toneladas de producto, sin contar los gastos de
explotación, mantenimiento y, como no, impuestos. Pero vamos a suponer que lo
consigue…
Tendrá que alimentar a los peces con un pienso equilibrado,
garantizado, certificado, mangoneado y carísimo. Tendrá que contratar
trabajadores baratos, que entregarán la mitad de su sueldo al Estado y no les
quedará para comprar el pescado que producen. Pero no se preocupe por que el
Estado-Bombero-Pirómano tiene soluciones para eso.
Podrá contratar inmigrantes, homologados CEE, a mitad de
precio y, seguramente, podrá importar un pienso de mierda, fabricado en
cualquier pocilga del tercer mundo, legalizado con una etiqueta que ponga CEE,
por un tercio de lo que le cuesta el “reglamentado” del fabricante nacional,
que, probablemente, tendrá que cerrar.
Si, a pesar de todo, no le salen los números y empieza a
pensar en subir los precios, está al borde del abismo. El Estado necesita
disponer de alimentos baratos para sus esclavos y tiene un ojo permanentemente
puesto en esa putada que se llama IPC y que suele dar al traste con todas las
buenas previsiones.
Ante una subida del IPC, el Estado reaccionará importando
panga del Mekong, con una etiqueta que pondrá CEE, a mitad de precio que el
suyo y usted se irá a la mierda, como antes se fueron sus trabajadores
nacionales y el fabricante de pienso.
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