martes, 8 de mayo de 2012

La salida tendremos que alcanzarla y democracia verdadera en 183 palábras.

 No se cansan de decirnos que la crisis tiene sus raíces en la burbuja del ladrillo; es mentira.

 El problema es que tenemos un gobierno con la estructura inflada por décadas de maniobras partidistas. Una comparativa de la OIT de 2008 daba para España la cantidad de 2,5 millones de funcionarios; pero si contamos a los empleados de las casi cuatro mil empresas públicas y los cargos colocados a dedo la cifra supera los tres millones (3.030.0000).

 No entraré a valorar si son muchos o pocos; solo recordaré que en 1975 no llegaban a un tercio de esa cifra y que el aumento de población ha sido de 30%.

 Los impuestos han escalado desde el 27% del PIB hasta el 47% (53% en Cataluña).

 Si el estado gestiona la mitad del PIB es responsable, como mínimo, de la mitad de la crisis. En el caso del ladrillo el 60% del precio de la vivienda era el precio del suelo, inflado básicamente por los políticos.

 El dinero que genera empleo y riqueza es el que queda en manos de los ciudadanos; pero todas las medidas que se están tomando van por el camino de vaciar los bolsillos de los contribuyentes.

 En resumen, los políticos son el primer problema del país, no el tercero, ya que son responsables de los dos primeros.

                    Democracia verdadera en 183 palábras.

 Volver a los tiempos en que comíamos perdices es imposible, pero podemos ser un poco más felices. Para ello hay que empezar de cero.

 Primero los ciudadanos tienen que recuperar el poder y redactar una nueva constitución. Poco importa que seamos monarquía, república o sociedad anónima; lo que importa es controlar la cartera.

 La nueva constitución tiene que establecer la estructura mínima del estado, en cuanto a personal, infraestructuras y equipamientos. Una valoración independiente nos dirá cuanto cuestan esos servicios y, en consecuencia, la carga fiscal que soportarán los ciudadanos.

 Ese es el punto de partida. Tas eso, los impuestos aumentarán automáticamente en la misma cuantía en la que aumente la capacidad adquisitiva de los ciudadanos; es decir, si un político quiere aumentar la recaudación deberá mejorar antes la calidad de vida de los ciudadanos.



 Todo lo demás son minucias:
 a) Los políticos estarán obligados por ley a cumplir lo prometido en su programa electoral y exclusivamente lo prometido.
 b) Toda ley o reforma que que no figurara en el programa electoral deberá ser sometida a referendo o esperar a las próximas elecciones.

 Nota final: dentro de cuatro años, todos pelados.

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